El fin de semana, en Termas de Río Hondo, Pechito López se robó todos los flashes con su brillante doble triunfo en el WTCC. Pero su implacable Citroën C-Elysée no fue el auto más admirado y deseado de Santiago del Estero. Ese título fue para una pequeña coupé roja, que tuvo un rol secundario en la carrera: el Alfa Romeo 4C, safety car oficial del Mundial de Turismo.
Se trata del flamante deportivo italiano producido en la fábrica de Maserati. Es el primer Alfa con motor central en décadas. Y el emblema de una nueva etapa en la historia de la firma, marcada por su regreso a Estados Unidos y al segmento de los modelos sport más radicalizados.
Esta fue la primera vez que la 4C estuvo en suelo argentino. Y el primer argentino que se subió a una en el país fue un periodista de Autoblog: el firmante. Pero de eso vamos a hablar más adelante.
El paso del Safety Car por Termas fue aprovechado por el importador Centro Milano para organizar una pequeña avant-premiére (o anteprima) del lanzamiento oficial, que se realizará en el primer trimestre del año que viene.
Santiago Rodríguez, responsable de Marketing, le confirmó a Autoblog que ya se encargaron las primeras siete unidades. De ellas, cuatro ya tienen compradores confirmados. Su precio, castigado por la segunda escala de impuestos internos, lo posicionará como una gema muy exclusiva: 280 mil dólares.
¿Y quiénes son los clientes que ya reservaron las primeras 4C? “Son coleccionistas, Alfistas de toda la vida y nuevos fanáticos de la marca”, explicó Rodríguez. “Casi todos ya cuentan en su garage con un Alfa clásico y ahora también tendrán una 4C. Son verdaderos apasionados por Alfa. De hecho, uno de los compradores y dos prospects viajaron hasta Termas para conocer al auto en persona”, añadió.
En el circuito también estuvieron los titulares del nuevo concesionario Alfa Romeo, que pronto abrirá en Córdoba. Se sumará a la presencia que la marca ya tiene en Buenos Aires, Rosario, Tucumán y Ushuaia. Otro que no se quiso perder el evento fue Guillermo D’Aguanno, quien corre en Turismo Nacional Clase 3, con un Alfa 147.
Ahora, volvamos al auto. La 4C no es un deportivo de serie limitada, como la 8C (de la que apenas llegaron un ejemplar Coupé y otro Spider a la Argentina). Es un auto de producción en serie, aunque muy artesanal. Y con soluciones industriales complejas.
Por ejemplo, el chasis en fibra de carbono es único en su segmento, donde compite contra biplazas de motor central y construcción más tradicional, como el Porsche Boxster y el Lotus Evora. Esta complejidad hace que los tiempos de producción de la 4C sean más lentos y costosos. Pero esto, al mismo tiempo, la torna aún más exclusiva y codiciable.
El uso de materiales compuestos y sus dimensiones compactas (apenas 3,99 metros de largo y 1,18 de alto) lo convierten en un auto muy liviano. En condición de marcha, pesa sólo 995 kilos. Para aligerar la balanza, en el cockpit casi no hay revestimientos: el carbono está a la vista.
Y, para aumentar la resistencia a la torsión, se recurrió a soluciones –digamos- muy italianas. Por ejemplo, el capot delantero es fijo, no se puede abrir. Sólo se levanta el portón trasero, donde está el motor y un minúsculo baúl de 110 litros.
El propulsor es una importante evolución del que utiliza la Giulietta QV (leer crítica). Mantiene el esquema de cuatro cilindros, 1.742 centímetros cúbicos, inyección directa, turbo e intercooler. Pero el block de acero fue reemplazado por uno más ligero, en aluminio. Y se trabajó la electrónica, la admisión y el escape para mejorar su rendimiento: la potencia subió de 235 a 241 cv. Y el torque pasó de 340 a 350 Nm.
La 4C se ofrece sólo con caja automática de seis velocidades y doble embrague. Las prestaciones declaradas por el fabricante son excelentes: 258 km/h de velocidad máxima y sólo 4,5 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h. Todo esto, con un consumo medio homologado de apenas 6,8 litros cada 100km.
Pero estos datos pasan a un segundo plano cuando te parás por primera vez frente a una 4C. El diseño es soberbio: original, complejo y con mucha personalidad. Sus líneas son una mezcla extraña, pero tremendamente llamativa. Es como una nave espacial diseñada por un insecto más evolucionado que los humanos (aunque con debilidad por la lasagna y al café espresso).
Italianidad Star Wars, ponele.
Por supuesto, en la trompa, en primer plano, están esos rarísimos faros surgidos de un Warnes turinés. Nacieron de una decisión del capo Sergio Marchionne, para ahorrar costos en el proyecto. Y el propio CEO hizo su mea culpa tras la polémica que generó en todo el mundo su estrafalario aspecto. Ya se confirmó que la versión descapotable (Spider) tendrá ópticas más elegantes. Y que esos nuevos faros se podrán equipar en opción en la coupé.
Desde ya, te lo adelanto: si vas a encargar tu 4C, pedila con los faros originales. Fue tanto el alboroto que se armó y serán tan pocos los que llegarán a producirse así, que la versión a coleccionar será la primera, la que causó toda la polémica. Recordá que la estampilla que siempre vale millones es la que tiene errores de imprenta, nunca la perfecta.
El Safety Car que acompaña este año al campeonato del WTCC es un ejemplar estrictamente de serie. Las únicas modificaciones que recibió fueron la “licuadora” con luces de leds sobre el techo y una radio para comunicarse con el director de la carrera, ubicada entre las dos butacas.
Todo lo demás es de serie, incluyendo los frenos (discos ventilados en las cuatro ruedas, de 305 mm de diámetro adelante) y el escape.
Y qué escapes. Si alguna vez escuchaste la deliciosa música de los Mito QV y Giulietta QV (con el DNA en modo Dynamic), tengo noticias para vos: la 4C suena igual, pero amplificada, con más watts de potencia y la acústica del Colón. Entre los anodinos sonidos del WTCC, este Alfa ejecuta la mejor música de la categoría. Por lejos.
En el habitáculo cuenta con lo justo y necesario. Se destacan el tablero digital y el volante de diseño –otra vez- galáctico. Las butacas son cómodas y sujetan bien el cuerpo, pero el espacio en la cabina es muy reducido. El acompañante es el que viaja más apretado, con el túnel para las piernas que se va estrechando hacia el fondo, obligando a mantenerlas siempre dobladas a la derecha.
La 4C Safety Car es tan estándar que ni siquiera calza las llantas opcionales de 19/20 pulgadas. Cuenta con unas Pirelli PZero de calle, en medidas 205/45R17 adelante y 235/40R18 atrás.
El uso de estos neumáticos para circular por algunos de los mejores autódromos del planeta fue un pedido especial de Bruno Correia, el conductor de este auto: “Así es más divertido de manejar”, me confesó.
Este portugués de 36 años es piloto de seguridad de la FIA desde el 2009. Condujo el safety car del WTCC durante más de cinco temporadas, pero también realizó el mismo trabajo en categorías como FIAT GT, Formula Master y otras clases internacionales. Bruno es profesor de diversas escuelas de pilotos, fue campeón portugués de karting y de la Fórmula Renault española.
“El 4C es un pequeño Ferrari”, definió Bruno, mientras me llevaba de paseo durante dos vueltas por el circuito. “Es un auto nervioso, muy ligero y ágil, que se lleva muy bien con circuitos técnicos como Termas. Se siente cómodo en las zonas trabadas, aunque también me divertí mucho en pistas veloces, como Spa”.
Correia cuenta esto mientras trabaja duro con el volante, las levas del cambio y los pedales. Los pianitos de Termas descolocan a la 4C y obligan a corregir la dirección con reflejos rápidos. Las virtudes del chasis y el motor se notan sin necesidad de viajar a gran velocidad. La conversación se hace difícil. El sonido del motor, resonando a nuestras espaldas, invita a cerrar la boca. Y a disfrutar.
De eso se trata la filosofía de la 4C.
Es un auto ligero, despojado y con la tecnología puesta en un solo objetivo: pasarla bien.
Eso, exactamente, es lo que hice el sábado pasado en Termas.
Carlos Cristófalo (www.Autoblog.com.ar)
Agradecimientos: Alfa Romeo Argentina, Bruno Correia y El Asistente.
1 comment
impresionante!!