El viernes pasado volvimos a vivir una de esas noches que nos hacen sentir el gusto y la satisfacción de ser socios del Club Alfa.
Gracias a una acertadísima decisión del “maestro di cucina” Abelardo, las mesas se dispusieron en la calle de estacionamiento, vedada para el estacionamiento para esa noche, con excepción de nuestra joya invitada, una de las “gemas” del Club, la increíble Alfa 1900 de Miguel Beruto. No hay un solo centímetro cuadrado de esa genuina belleza que no invite a perder la mirada en el rojo profundo y pasional de sus voluptuosas formas. Es her-mo-sa.
Con esa maravilla automotriz de fondo, entre charla y charla, los asistentes fueron dando cuenta de los canapés preparados por la familia Campostrini, acompañados por unos tragos preparados por Miguel, no sin cierto grado de exotismo. Las conversaciones inevitablemente volvían una y otra vez sobre la experiencia reciente del Rally. Es que realmente la pasamos muy bien y el par de días que estuvimos juntos dio para alimentar el anecdotario del Club.
La brisa que acompañó gran parte de la cena se fue haciendo cada vez más débil a medida que avanzaba la noche, impulsando a que las bebidas fueran corriendo en las mesas donde los comensales ya comenzaban a gustar de la sabrosa carne con vegetales a la crema, que preparó amorosamente la Familia Campostrini y Miguel sirvió diligentemente. Estaba rica y tierna, muy buena pulpa preparada a punto. El tinto acompañaba sin desentonar en lo absoluto.
Después el postre, una exquisita torta de chocolate con helado, rica y fresca. Junto con el postre un breve discurso de quien escribe, para hacer una rápida reseña de un año excelente de punta a punta, que ya comentaremos próximamente, agradecimientos a todos los presentes, incluyendo al amigo Brian Smith y Sra. y en seguida pasamos a los sorteos.
De todo y para todos. Provistas por nuestro auspiciantes fueron desfilando un sinnúmero de regalos que la suerte fue depositando en las manos de los afortunados ganadores. Posavasos con el logo de Alfa, llaveros con el escudo del Club, paquetes de café Segafredo Zanetti, paquetes de pasta DeCecco, botellas de tuco DeCecco, botellas de Extra Brut de Robino, lindísimas bolsas de papel y de tela con aplicaciones de logo y, el punto culminante: dos estadías de 4 noches con cena incluída en Solanas!
Después, en el final, ya solo quedaba lugars para el café con Ferrero Rocher, provisto por nuestro auspiciante, y demorarse en las charlas interminables, mirar cómo se deslizaba hacia la calle Miguel a bordo de su joya roja, más charla y adiós, hasta el año que viene.
O, en realidad hasta el año que viene no, porque todavía nos queda una actividad antes de finalizar el 2016, que es la Asamblea Anual Ordinaria. En cuanto tengamos la fecha definida les pasaremos a todos aviso de su realización. Sería muy bueno que este año tuviéramos en esa actividad la compañía que no hemos tenido otros años. Sabemos que tiene escaso atractivo, pero es parte de ser socio del Club y, además, es una nueva oportunidad para encontrarnos.