La persistente garúa inició, como no podía ser de otra manera, exactamente a la misma hora que la mayoría de nosotros nos dirigíamos a una nueva cena de camaradería. Pero ni las inclemencias climáticas pudieron contra el entusiasmo de los socios que en gran cantidad se hicieron presentes anoche en la Sede Social.
Y es que la promesa de las luminarias que nos visitarían entusiasmaría a más de uno. Gracias a los constantes aportes helvéticos de uno de nuestros socios notables la cena fue también una excusa para agasajar a invitados especiales como Guillermo D’Aguanno, José Lostalo y Rubén Daray, tres generaciones de pilotos de Turismo Nacional que (incluyendo al querido “Suizo”) llenaron la noche de anécdotas y recuerdos. 4 pilotos.
Promesa cumplida. Pero sin dudas la estrella de la noche fue la preciosa Alfa 4C. Se trata del único ejemplar en el país cuyo gentil (y alfista) dueño tuvo la amabilidad de compartir con nosotros para poder apreciar esta obra maestra de la ingeniería italiana. La unidad numerada #7 (de 500 Launch Edition) se posaba soberbia bajo la luz y a salvo de la persistente garúa deleitando las pupilas y los oídos de los presentes con sus sinuosas curvas y su celestial bramido. No hay nada que agregar a lo que ya se haya leído y observado sobre este Alfa Romeo fruto, como siempre, de esos inesperados y geniales accidentes que llenan la historia de esta marca.