por Fredy Yantorno
Un despertar temprano con cielo oscuro y nuboso, las lajas del piso aún húmedas mentían una mañana lluviosa, la claridad que trataba de hacerse paso prometía un impreciso “tal vez”.
Salida rápida, sin demora, el Whatsapp enlazaba a los muchachos de la Comisión, alguno superado por la ansiedad ya estaba en el Paseo Fangio abriendo el portón. Tránsito veloz por Alcorta, mirando de reojo el cielo brumoso por la ventanilla y la pregunta esperanzada: Bajamos la capota? Démosle! Capelli al vento! Deslizarse presto por Alcorta, doblar en Bunge, enfrentar el portón de rejas, entrar al parque y estacionar.
Las sonrisas de quienes ya desde hora temprana comenzaban a recibir las máquinas, fueron el mejor comité de bienvenida. El cielo mostraba nubes de grises variados que se movían sin mostrar una intención definida. Con la clara idea de que las decisiones hay que sostenerlas, con sol o con lluvia, con frío o con calor, húmedo o seco, un nuevo Raduno Italiano se ponía en marcha.
Una vez más el Club Alfa Romeo acertaba en pensar que si hay una actividad que define del mejor modo posible su espíritu, su intención y la razón de su existencia, ese es el Raduno Italiano, un evento que en su décima edición nos ponía a todos en la posibilidad de hacer lo que más nos gusta: pasarla bien entre amigos y máquinas hermosas.
Poco a poco la calle Andrés Bello, ribereña al Lago de Regatas, fue poblándose de un tan lindo como variado parque automotor, digno de ser disfrutado a pleno. Más de 40 máquinas cada una más bella que la otra. La sonrisa de un socio que contaba, a quien quisiera escucharlo, los avatares del restauro de su “amante italiana”, expresaba mejor que cualquier palabra lo que los entusiastas conocemos tan bien, aquello de que no hay mejor destino para el ahorro y el esfuerzo que una de estas itálicas bellezas.
La humedad del sendero que llevaba a Boxes del Paseo Fangio no fue obstáculo para los participantes que iban llegando y que después de acreditarse en el acceso, recibían su kit de bienvenida con productos de nuestro patrocinante, Ferrero Rocher, Ruedas Clásicas, souvenirs del Paseo Fangio, algunas postales y el ya clásico CD del Raduno Italiano, preparado especialmente con música popular italiana de todas las épocas, esas canciones que uno tararea sin darse cuenta.
Superada la acreditación, se pasó a degustar un rico desayuno que incluyó variados bocaditos salados y dulces, scons de queso, facturas, unos riquísmos bizcochitos de grasa, tortas y algunas delicadezas más, todo súper casero, mano, una vez más, de la Sra. Susana Deambrosio. Una selección de tés, jugo de naranja y el servicio de café de nuestro patrocinante, Segafredo Zanetti, completaban un servicio que fue bien apreciado por los concurrentes.
Por sobre los murmullos del grupo apiñado en las mesas de servicio, se escuchó de repente sobresalir el “Ciao!” de nuestro invitado ilustre, il Consigliere Capecchi -Francesco para los amigos- que venía sonriente a nuestro encuentro. La Embajada de Italia, auspiciante del Raduno Italiano y del Club, nos honraba con su presencia en la persona del Consigliere, que portaba una sonrisa amplia y franca, motivada tanto por su calidad de entusiasta del mundo motor, como por la novísima Giulietta azzurra que nuestro patrocinante, Centro Milano, le facilitó, para participar plenamente del Raduno.
Cierre de la acreditación y del listado de participantes e inicio del viaje a Los Cardales. El CD era una exquisitez, de la cual pudimos gozar hasta que, accediendo a Panamericana, debió ceder terreno al ronroneo del Busso (ese motor tiene uno de los sonidos más sublimes que puede haber creado el ser humano) que impulsaba a nuestra máquina a devorar los kilómetros que nos separaban de Los Cardales.
Dejar la máquina en el camino doblemente curvo, tratando de que estuviera más o menos paralela a la de al lado para, después, caminar despaciosamente mientras que la vista se perdía en la sucesión de todas esas bellezas una al lado de la otra, reflexionando en que lo bello de la vida reside en esos breves instantes, fuimos llegando a Italpast para compartir, una vez más, el almuerzo en esa casa, que ya sentimos un poco como nuestra.
Mientras tanto y con el acompañamiento distante de algunos participantes que no podían ocultar su ansiosa curiosidad, el jurado, compuesto por nuestro amigo Jeanlou Ranwez, el siempre solícito Andrés Canet y nuestro consocio Miguel Beruto, recorría pacientemente la larga fila, haciendo su trabajo a conciencia, observando minuciosamente las máquinas, ya enfocándose las características de la presentación o en la originalidad, ya destacando algún detalle aquí y allá; un trabajo que el Club agradece y que mostró sus frutos apenas los comensales dieron cuenta del principale y mientras se servían los postres.
La premiación fue precedida por unas palabras con las que quien suscribe reconoció, en nombre del Paseo Juan Manuel Fangio (ausente con aviso), la presencia de la Embajada de Italia y su auspicio al evento. También se agradeció ese auspicio por parte del Club, tanto como los patrocinios de Paseo Juan Manuel Fangio, Centro Milano, Ferrero Rocher, Bodega Dante Robino, De Cecco y Covermatic. Y, finalmente, se agradeció a los jurados por su desinteresada colaboración y a los participantes por su grata presencia.
En cuanto a los premios,
– el Speciale 50 Años de Duetto fue para la Alfa Duetto 1969 de Eduardo Suranyi,
– el Gran Turismo para la Maserati GT 3500 de Maximiliano Ruprecht,
– la ganadora de Nate per Correre fue la increíble Lancia Fulvia de Leonardo Charnas,
– Capelli al Vento coronó a la Giulietta Spider de Alejandro Charnas,
– Working Class Heroes fue para la berlina Fiat 1500 de Sergio Ozerio (directamente desde Santa Fé),
Como mejor auto del X Raduno Italiano o Best of Show fue elegida la Maserati GT 3500 (ya galardonada también en los Gran Turismo) y el premio People’s Choice, votado por los asistentes, fue para la Giulietta Spider (ganadora también del premio Capelli al Vento). Los ganadores de las categorías y de las varias menciones, recibieron reconocimientos suscriptos por la Embajada de Italia, cajas de obsequio de Bodega Dante Robino y pastas y passata De Cecco.
Vale la pena volver a destacar y agradecer el nada fácil trabajo del jurado, habida cuenta de que los participantes se esmeraron en llevar al Raduno un importante número de máquinas muy bien mantenidas y excelentemente presentadas, aún con lo inestable del clima del sábado.
Clausuró la jornada un café en Italpast y la toma fotográfica para la postal de los ganadores. Fue el cierre para un evento que demostró que el Raduno Italiano en esta, su décima edición, se consolida como gran movilizador de los alfistas y los aficionados a las máquinas italianas. El éxito de asistencia, la calidad de las máquinas y el entusiasmo de los participantes, serán un firme impulsor para que el Club renueve el compromiso y mire, desde hoy mismo, hacia la próxima edición de este clásico de los entusiastas de la belleza sobre ruedas.
Fotografías de:
Roberto Landler: Ver Galería
Julián Podestá: Ver Galería
Clásicos y Sport Argentina: Ver Galería
Luciano Cianni: Ver Galería